La propuesta consistió en generar una investigación a partir de una producción artística de carácter social que trascienda el fenómeno de artefacto, exhortando al público a convertirse en disparador de la experiencia y en espectador a la vez. Se investigaron las respuestas del público a la vivencia existencial del duelo a través de una experiencia estética.
La vivencia buscó una experiencia estética colectiva-reflexiva sobre la finitud y la permanencia, cuestiones primordiales para la concepción del arte actual. Se utilizaron dos lenguajes relativamente nuevos en el arte: la instalación y la performance aunados a través de lo que se conoce como arte relacional. El producto artístico estuvo constituido por la instalación del artefacto dentro del cual se desarrolló una performance por parte del espectador, entendido en este caso como actor del proceso.
La instalación fue emplazada en el jardín de acceso a la cantina de la Facultad de Artes, así los usuarios se vieron convocados espontáneamente a la participación. El trabajo culminó con un video-arte que documenta su proceso.
Podemos decir que se logró acercarse a la realidad emocional de los jóvenes en la actualidad mediante el relevamiento del color elegido en los papeles donde dejaron su mensaje. La apreciación fue que los participantes están cursando duelos (según el modelo de E. Kubler Ross), en diferentes etapas: la mayor parte se encuentra en la ira, seguidos por la etapa de negociación, luego depresión, aceptación y por último y en menor porcentaje, negación.